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La elegancia de los tacones o la comodidad de las chancletas

Tacones o chancletas, esa es la cuestión
Foto: Elegancia o comodidad de los tacones o chancletas -

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La elegancia de los tacones o la comodidad de las chancletas, esa es la cuestión, pero cada tipo de zapato en sus sitio.



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15/7/2024 ― Está claro que mi admirada Carmen prefiere chancletas a tacones y le puede más la comodidad que la belleza, ―me refiero a la estética social femenina según los cánones actuales―, pero ¿por qué renunciar a una de las posibilidades cuando se pueden compaginar ambas? Pienso que las chancletas y unos zapatos de altos tacones no están reñidos y ambas opciones son compatibles mientras sepamos en cada momento dónde y con quién estamos.





Aunque no coincida en muchas cosas con Carmen Posadas, os dejo este artículo con una versión propia, que como dice a menudo el escritor JV Santacreu, Carmen Posada escribe maravillosa poesía en prosa corrida.



La serenidad de un amor plácido de las chancletas frente a la pasión arrolladora de los tacones



En estos días veraniegos, donde el sol brilla con intensidad y los corazones laten con más fuerza, me encuentro reflexionando sobre la naturaleza de los amores serenos. Aquellos que, como un vino añejo, maduran con el tiempo y ofrecen un placer constante, en contraste con las relaciones apasionadas y efímeras que, aunque intensas, se disipan rápidamente.



Mi querida amiga Jenny, a la que he mencionado en varias ocasiones, describe estos dos tipos de amores con una analogía muy visual: los amores apasionados son como unos espectaculares tacones de Prada, mientras que los amores serenos son más como unas cómodas zapatillas. Esta comparación, tan gráfica, nos hace pensar que todos preferiríamos los deslumbrantes tacones a las sencillas chancletas de andar por casa. Sin embargo, mi amiga Jenny insiste en que ahí reside una trampa. Me cuestiona, ¿acaso tener pareja se trata de impresionar a los demás, de mostrar que uno puede sostenerse en esos incómodos pero impresionantes zapatos todo el día? ¿O se trata de disfrutar del viaje, de cada paso y del paisaje que nos rodea?



La vida, con sus largos caminos y obstáculos, no es fácil de recorrer. Imaginemos enfrentarnos a esos retos con unos tacones de quince centímetros. Aprendemos con el tiempo que es mejor estar cómoda que mal acompañada.



Cuando le expresé mis dudas sobre la aceptación de su planteamiento, argumenté que desde París hasta los sabios consejos de nuestras madres, todo nos lleva a buscar ese amor idealizado, ese príncipe azul que de ninguna manera puede ser representado por unas simples zapatillas. Jenny se rió y me explicó que los príncipes azules destiñen al ser lavados en casa. Lo que luce fenomenal frente a la galería no siempre es soportable en el día a día. Los machos alfa y las mujeres fatales, los más atractivos, suelen tener la molesta tendencia de querer diseminar sus genes por doquier, complicando las relaciones a largo plazo.



Curiosamente, hay estudios que indican que nosotras, dependiendo del ciclo menstrual, se sienten atraídas por diferentes tipos de hombres. Durante la fase fértil, prefieren al guapo y divertido, mientras que, en otros momentos, buscan al hombre que las cuide y mime. Aunque somos intuitivas, a veces las hormonas y las presiones sociales nos llevan a elegir lo que no nos conviene.



Desde que Jenny me habló de su teoría de los amores zapatillas, he estado observando cómo muchas relaciones, que se eligen para impresionar a los demás, terminan siendo costosas en términos de bienestar emocional. Porque una cosa es conquistar al medallista de oro y otra muy diferente es lidiar con sus egoísmos y deslealtades. Esto aplica tanto a los hombres como a nosotras.



Mejor estar cómoda que mal acompañada, dice Jenny. Y yo añadiría, evalúe cuánto le importa el qué dirán y cuánto está dispuesto a sacrificar por ello. Si la opinión ajena es vital para ti, ponte esos zapatos imposibles. Pero si no, recuerda que hay opciones más cómodas y estilosas, como deportivas, zapatillas o chanclas, que harán más llevaderas las dificultades de la vida.



No pretendía emular a Posadas, tan solo cambiar los tacones de su estilo por mis chanclas de ir por casa. ― Eva Maricruz



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